Fragmentos de la Enciclopedia Délfica

Fragmentos de la Enciclopedia DélficaLa ciencia ficción, además de darnos emocionantes aventuras interestelares, es un género muy apropiado para reflexionar acerca del ser humano. En nuestro mundo cotidiano todo está hecho a nuestra medida (como diría N: «El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza.«) y resulta mucho más difícil analizar al hombre y sus sociedades desde dentro. La ciencia ficción nos permite mirar a la humanidad desde la distancia, y desde ahí se pueden sacar reflexiones muy interesantes: fueron necesarios unos robots díscolos para que viéramos qué significa ser un humano.

En Fragmentos de la Enciclopedia Délfica Miguelanxo Prado nos cuenta la historia futura de la humanidad mediante pequeños relatos, autoconclusivos e independientes, pero de cierta manera hilados unos con otros, de la misma manera en que en cada capítulo de las Fundaciones de Asimov se nos cuenta una pequeña parte de la historia del Imperio Galáctico y su caída. Cada una de estas pequeñas historias que componen el cómic es una reflexión sobre el hombre y su historia. No sólo el cómic consigue narrar miles de años de una historia futura de forma que unos pequeños esbozos te permitan contemplar toda la historia, si no que cada uno de ellos transmite una enorme belleza, una extraña sensación de melancolía y tristeza, por ver cómo la humanidad está condenada a repetir sus errores, y también esperanza, por que dentro de cada persona sigue viva la grandeza de nuestra especie. Una maravilla imprescindible para cualquier amante del cómic y de la ciencia ficción.

Anuncio publicitario

Te perdono si me resultas útil

Curioseando por Slashdot me he encontrado una nota que me ha llamado la antención. Al parecer, han encontrado unas notas de Wernher von Braun, y la NASA está interesada en divulgarlas de la mejor manera posible. Todo esto es de lo más normal, de no ser porque el nombre del individuo suena más alemán de lo que uno espera en un científico de un laboratorio tan sumamente estadounidense como el centro Marshall de vuelos espaciales.

Esto me ha hecho reflexionar acerca de la llamada fuga de cerebros que experimentó Europa (sinceramente Alemania fue la mayor aportadora de mentes a este fenómeno), y digo llamada porque realmente no existió tal fuga. Lo que verdaderamente ocurrió fue una expolio de cerebros, el propio von Braun estuvo a punto de ser «capturado» por los soviéticos, que perseguian lo mismo que los estadounidenses, al creador de los cohetes V2 una de las hazañas tecnológicas de la segunda guerra mundial. Los «vencedores» de la segunda gran guerra no solo se repartieron alemania, se repartieron a la élite científica que propulsó a Alemania y repartieron, de una forma un tanto interesada, el perdón.

Resulta curioso comprobar como otros compañeros de von Braun acabaron sirviendo a los países aliados tras el fin de la guerra, después de haber sido piezas clave en el desarrollo de armamento que causó, en el caso que nos ocupa, unas 7250 bajas entre los aliados. Excesivo premio parece el encomendar a estos señores tan altas labores de investigación, poner en sus manos proyectos de suma importancia y por si fuera poco, alejarlos de un país arrasado donde sus compatriotas sufrían una posguerra feroz.

Gracias, internet

Al hilo de la entrada con los videoclips literales, un video del mismo autor. Cada día doy gracias por que internet saca lo mejor de la gente.

Videoclips literales

La premisa es muy sencilla ¿por qué hay tantos videoclips en los que la música no tiene nada que ver con lo que se está viendo? Para arreglar eso se han creado los videoclips literales: en ellos la canción habla de lo que pasa en el video. Por supuesto, el mejor material para hacer estas cosas son los videos ochenteros, plagados de situaciones horteras a la par que surrealistas. Como muestra, mis dos favoritos, adaptaciones de dos temazos como White Wedding de Billy Idol y la enorme Total Eclipse of the Heart de nuestra querida Bonnie Tyler.

El segundo es mi favorito. Evidentemente, la mujer que canta no tiene la voz de Bonnie, pero hace un buen papel, ¡y la nueva letra es buenísima! Tiene un montón de detalles muy buenos, hay que verla más de una vez para ir descubriéndolos.

Marlowe

La reedición de El sueño eterno es una buena ocasión para hablar de Raymond Chandler y su detective más famoso, Philip Marlowe. Desde siempre me han gustado las historias detectivescas, como las clásicas aventuras de Alfred Hitchock y los tres investigadores, y siempre me han encantado las pesquisas de Sherlock Holmes. Pero la colección de novela negra que El País editó hace unos años me descubrió un nuevo mundo de posibilidades, y el detective de Baker Street tuvo que hacer hueco en mi panteón literario a los hardboiled de Hammett o Chandler.

Tanto Raymond Chandler con Philip Marlowe como Dashiell Hammet con su Sam Spade (y el detective de la Continental) dieron forma a la figura del investigador privado. Quizá Sam Spade esté más cerca del tópico de detective privado cínico y pendenciero, siempre de vuelta de todo y con un cigarrillo en la mano. Marlowe también tiene esa memoria fotográfica, esa capacidad de descubrir hasta el más nimio detalle de la escena de un crimen, una mente rápida y una lengua afilada, pero, mientras Spade usa métodos más directos, Marlowe es más frío, más reflexivo. Son dos caras de una misma moneda.

Cualquiera de las novelas de la serie de Marlowe es recomendable, tanto la recién reeditada El sueño eterno (su primer caso), como Adiós, muñeca, El largo adiós, y unas cuantas más. Y, por supuesto, las adaptaciones cinematográficas de la edad dorada de Hollywood, con actorazos de la talla de Humphrey Bogart (que también interpretaría a Sam Spade en El Halcón Maltés) poniéndole cara, voz y gestos a Marlowe en El sueño eterno. En cualquiera de ellas podremos sumergirnos en lujosas mansiones de ambiente opresivo y malsano, descubrir los peores secretos de los que parecen poderosos y respetables o visitar los locales más sórdidos de los bajos fondos. A Marlowe siempre le proponen casos difíciles, pero siempre consigue desenredar la madeja entre los múltiples misterios que se va encontrando.

Cementerio

Si quieres cambiar un cementerio, no puedes esperar gran ayuda de los que están dentro.

Una ex-rectora de la Universidad de Oslo, acerca de cómo se puede modernizar la universidad.

Boris Vian (II)

Escritor, poeta, ingeniero, músico, inventor… Boris Vian resucitó el concepto de hombre del renacimiento. Una mente excepcional, curiosa, inquieta, que una mañana de un día como hoy, el 23 de junio de 1959, se apagó mientras veía la adaptación cinematográfica de una de las obras que le hizo famoso, Escupiré sobre vuestra tumba. Había discutido con los productores, e incluso quería que quitaran su nombre de los créditos. Al parecer, su corazón no pudo soportar la película.

Precisamente lo descubrí con ese libro, uno de los más duros de aquella colección de novela negra que se vendía con El País. Y, después de leer algo tan crudo, cínico, visceral, pude hacerme con La espuma de los días, una historia preciosa, onírica, capaz de hacerte mirar el mundo como si fuera un lugar maravilloso, y también de dejarte destrozado. Sin embargo, lo más importante de Boris Vian no son sus libros, ni su música, si no las ganas con las que vivió su vida.

Termino con una de sus canciones más famosas: Le deserteur. Si más o menos entendeis francés se sigue bastante bien la letra. Si no, os la pongo un poco más abajo. Un himno anti bélico, anti militarista, diciendo lo que todo el mundo debería decir:  no vayais a la guerra. Que vayan los que dicen que hay que sacrificarse por la patria.


Monsieur le Président / Je vous fais une lettre / Que vous lirez peut-être / Si vous avez le temps
Je viens de recevoir / Mes papiers militaires / Pour partir à la guerre / Avant mercredi soir
Monsieur le Président / Je ne veux pas la faire / Je ne suis pas sur terre / Pour tuer des pauvres gens
C’est pas pour vous fâcher / Il faut que je vous dise / Ma décision est prise / Je m’en vais déserter

Depuis que je suis né / J’ai vu mourir mon père / J’ai vu partir mes frères / Et pleurer mes enfants
Ma mère a tant souffert / Elle est dedans sa tombe / Et se moque des bombes / Et se moque des vers
Quand j’étais prisonnier /On m’a volé ma femme / On m’a volé mon âme /Et tout mon cher passé
Demain de bon matin / Je fermerai ma porte / Au nez des années mortes / J’irai sur les chemins

Je mendierai ma vie / Sur les routes de France / De Bretagne en Provence / Et je dirai aux gens:
Refusez d’obéir / Refusez de la faire / N’allez pas à la guerre / Refusez de partir
S’il faut donner son sang / Allez donner le vôtre / Vous êtes bon apôtre / Monsieur le Président
Si vous me poursuivez / Prévenez vos gendarmes / Que je n’aurai pas d’armes / Et qu’ils pourront tirer

Boris Vian

Sólo dos cosas son importantes: el amor, en todas sus formas, con chicas bonitas, y la música de Nueva Orleans o de Duke Ellington. El resto debería desaparecer, pues el resto es feo.

La espuma de los días, Boris Vian

Bad to the Bone

Hoy tenemos un temazo muy clásico. Seguro que todo el mundo lo conoce. La hemos escuchado en Terminator 2, Este niño es un demonio, o en el mítico Rock n’ Roll Racing de la Megadrive, cientos de veces, cada vez que aparece unos de esos personajes cabroncetes, pero con encanto. Y seguro que buena parte de la gente que lo conoce piensa que es de nuestros queridos barbudos sureños: ZZ Top. Y no. Es de George Thorogood, un guitarrista de blues poco conocido en nuestro país.

El otro día vi por primera vez el videoclip original de esta canción. Vale, no es lo mismo que ver las botas de Arnold bajando unas escaleras con esas primeras notas, pero es bastante interesante, aunque sólo sea por poder ver a Bo Diddley, uno de los padres del rock n’ roll, echando una partidita de billar contra George. Al fin y al cabo, George se inspiró en una de las canciones de Diddley para componer Bad to the Bone. Por si teneis curiosidad, es esta canción.

Y tú, ¿Eres razonable?

Reasonable people adapt themselves to the world. Unreasonable people attempt to adapt the world to themselves. All progress, therefore, depends on unreasonable people

George Bernard Shaw