Audience is listening…

Tras una buena temporada sin escribir nada por aquí, volvemos a la carga con energía, y para demostrarlo, qué mejor que este video: Audience is Listening, de Steve Vai. Puede que ahora Steve Vai sólo sea recordado como un virtuoso de la guitarra, un velociraptor, un shredder. Alguien que se dedica a hacer los solos más complicados del mundo y a gustarse a sí mismo. Pero Steve no es de esos que se preocupa sólo por meter más y más notas por segundo, si no que también tiene canciones molonas, como esta.

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Las fábricas rojas tienen patas

Durante la Segunda Guerra Mundial la economía soviética obró un verdadero milagro, sólo comparable al de los EEUU. La economía de guerra alemana respondió excepcionalmente bien, pero no se encontraba en un estado previo tan precario como las anteriores.

Desde 1929, la economía soviética se sustentaba en mano de obra esclava y en la férrea disciplina con que Stalin aplicaba los planes estatales/quinquenales. Asimismo, la industria soviética fue militarizada en 1938 a raiz de la creación de una Comisión Militar-Industrial, y los productos estratégicos se acumulaban desde entonces. No obstante, los planes de militarización soviéticos estaban muy lejos de estar preparados cuando dio comienzo la operación Barbaroja. Recordemos que la Wehrmacht atacó -con intención- en primera instancia regiones del noroeste y Ucrania. Y el plan alemán contemplaba estas zonas no por casualidad, sino porque además de permitir llevar a cabo la famosa Blitzkrieg, Ucrania y el noroeste ruso contenía el 60% de las industrias de armamento soviéticas.

¿Cual fue la medida rusa ante esta situación? Ordenar una evacuación en masa. ¿De civiles, mujeres y niños? No, camarada, una evacuación de factorías enteras, que junto a los trabajadores y los productos fueron cargados en trenes y trasladados al este. Alrededor de 450 convoyes de trenes movilizaron 197 fábricas y más de 350.000 trabajadores únicamente desde la ciudad de Kiev. Como destino se eligieron zonas de la retaguardia rusa, lejos de las líneas alemanas, como los centros metalúrgicos de los Urales (Magnitogorsk) o zonas de Siberia occidental. Esta estrategia recuerda a la conocida retirada a las profundidades del país y el incendio de los recursos abandonados a su paso que tan bien ha funcionado a los rusos en varias ocasiones.

Gran cantidad de maquinaria desmantelada cayó en manos de los nazis, por supuesto, y parte se perdió por el camino, pero suficiente material llegó a destino para considerar un éxito el traslado. Sirva de ejemplo el de una fábrica de tractores trasladada más de 2.400 km en agosto, y que pasó a producir tanques T-34, entregando su primera remesa en diciembre de ese mismo año.

1941 1942 1943 1944 1945
Aviones 15735 25436 34845 40246 20102
Tanques 6590 24446 24089 28963 15419
Artilleria 67800 356900 199500 129500 64600

Como se puede ver, esta operación permitió a la economía bélica soviética cumplir con las espectativas, y eso sin tener en cuenta el armamento que entraba en el país gracias a la Ley de Préstamo y Arriendo. Tan elevada producción permitió, pese a las exorbitadas pérdidas, que el ejército soviético tuviera excedentes de margen (fabricados+importados-pérdidas) de 8290 (aviones), 11993 (tanques) y 98790 (piezas de artillería).

Resumiendo, trasladar cientos de fábricas de una punta a otra del país fue uno de los motivos por los que la economía soviética soportó las exigencias de la guerra; como dice el título, las fábricas soviéticas tienen patas.

Fuente: Europa en Guerra (1939-1945). Norman Davies

Romero

George A. Romero

George A. Romero

Es curioso que con la popularidad que han ganado los zombies en los últimos tiempos, nadie se haya acordado del maestro absoluto del género, George A. Romero, que hoy cumple 70 añazos, y aún sigue plenamente activo.

Desde aquí queremos felicitarle y darle las gracias por todas las alegrías que nos ha dado. Y aunque las modas parecen imponer el nuevo tipo de zombies rápidos y hacernos olvidar los clásicos, su Dawn of the Dead sigue siendo la obra cumbre del género.

Grand Theft Brodie

Edimburgo es una ciudad vieja y llena de historias, algunas más próximas a la leyenda, otras más a la realidad.  Y esto debe transmitirse a sus habitantes, pues de ahí han salido un buen puñado de escritores, como Arthur Conan Doyle, Walter Scott o J. K. Rowling, la «madre» de Harry Potter. Y, por supuesto, el hombre de quien quería hablar hoy, Robert Louis Stevenson, otro edimburgués aficionado a relatar historias.

Robert Louis Stevenson

Robert Louis Stevenson

No sólo gustaba de contar historias de su propia cosecha, si no que también se inspiró en un curioso personaje de Edimburgo para crear a uno (o unos) de sus personajes más conocidos: el Doctor Jekyll y Mister Hyde. El hombre que inspiró esta historia fue William Brodie, un famoso ebanista y reputado ciudadano de día, ladrón por las noches.

Utilizaba su trabajo como ebanista para estudiar cómo colarse en las casas de sus clientes más ricos y cuando le encargaban la reparación de alguna cerradura, aprovechaba para hacer copias de la llave. Gracias a su reputación nadie sospechaba que era él quien estaba tras la oleada de robos que tenía en jaque a la policía de la ciudad.

Pero, ¿qué impulsaba a un hombre en la cúspide de su carrera a cometer tanta fechoría? En parte, la emoción del robo, pero también para mantener una segunda vida oculta. Además de su familia oficial, Brodie mantenía dos amantes con las que había tenido (al menos) cinco hijos.

Sin embargo, no existe el crimen perfecto, y el señor Brodie fue finalmente capturado. Tras una carrera criminal de 18 años, la avaricia le llevó a contratar a varios compinches, uno de los cuales fue capturado y le traicionó. Ironías de la vida, acabó colgado en una horca que él mismo construyó.