En una sombría madrugada un pequeño grupo de personas tiritaba bajo la inclemente lluvia. Llevaban bastante tiempo esperando, agrupados alrededor de una vieja lápida, sobre la que se inclinaba un cuervo de piedra.
Querían ver al misterioso desconocido, un hombre completamente vestido de negro, tocado con un sombrero de ala ancha, una bufanda blanca y un bastón que durante más de 60 años había visitado puntualmente la misma tumba: la de Edgar Allan Poe.
Cada año, desde 1949, en el aniversario del nacimiento del escritor, este hombre había hecho su particular homenaje: dejar tres rosas rojas y una botella medio vacía de coñac sobre la lápida.
La última visita del desconocido fue en 2009. Desde entonces, los curiosos han esperado en vano durante la fría madrugada del 19 de enero.
¿Desea saber más? En este enlace, más detalles sobre la pasada madrugada.
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