Hace tiempo colgué en este blog un comentario sobre Doomsday, la anterior película de Neil Marshall. Conviene refrescar un poco la memoria antes de meterse de lleno con Centurión, su última película, por que tienen unas cuantas cosas en común. Pero no sólo hay que tener en cuenta la anterior obra de Marshall, si no que para disfrutar de Centurión hay que tener muy claro qué clase de película se va a ver. Dejémoslo claro: Centurión no es ninguna obra maestra, pero hay que valorar sus aciertos y sus errores en contexto. Al igual que Doomsday, Centurión parte de una premisa muy simple. Esta vez no tenemos a un comando del ejército británico infiltrándose en Escocia para enfrentarse a una tribu de punkis fans de Mad Max, si no que tenemos a un comando de legionarios romanos infiltrándose en Escocia para rescatar a su general de una tribu de pictos. Y es que el guión es lo de menos, no es más que una excusa para montar una especie de hack and slash con el pequeño grupo de legionarios perdidos en un territorio hostil y sometidos a una persecución implacable por los pictos.
Con esto ya tenemos los dos principales elementos de juicio para analizar Centurión: las escenas de pelea y las escenas que muestran la constante huída de los romanos. En general las hescenas de alción son impresionantes, Neil Marshall no se corta ni un ápice a la hora de salpicarnos de sangre y dejar el escenario lleno de miembros cercenados. Las hostias y los espadazos duelen de verdad. Pero tengo que poner una pega y es que no me gusta que use, y en ocasiones abuse, de la dichosa cámara al hombro. También tengo que reconocer que esto es una manía personal, no entiendo esta moda. De esta película hay que quedarse con dos escenas: la emboscada en la niebla, en la que sabe jugar con la tensión para a continuación pasar a una matanza indiscriminada y la escena en la que (¡pequeño spoiler!) la jefa del grupo de pictos (personaje que tiene muchos paralelismos con la novia del jefe punki de Doomsday) finalmente alcanza a los romanos supervivientes. Una pelea crudísima, magistral. En cambio, las escenas de persecución no tienen tanta intensidad. No pido que la película fuera un slasher y nos mantuviera todo el rato en tensión, pero a veces se hace un tanto lenta por culpa de unas cuantas escenas de gente andando que tanto nos recuerdan a El señor de los anillos (con los mismos vicios de Peter Jackson).
Pero ¡ojo! tampoco quiero decir que la película sea una sucesión de hostias y espadazos, no, por que Neil Marshall vuelve a repetir aquí su mensaje. Al igual que en Doomsday (y sus otras películas), los protagonistas de Centurión son soldados, tipos duros, sí, pero también con un férreo sentido del honor que se ven convertidos en marionetas de un sistema corrupto (el gobernador que busca la una victoria para lanzar su carrera política). Pero enfrente tienen algo peor que la civilización, por corrupta que esté: la barbarie. Tampoco hay lugar para ellos en la tribu salvaje, (auto)destructiva y amante de la violencia por la violencia. El héroe de Marshall sabe que no encaja en ninguna parte, lo que hace que la trama romántica de esta película chirríe tanto. Por otro lado, resulta un tanto curiosa la posición de Marshall sobre el imperio romano: saquean aldeas, arrasan poblados, matan y violan, sí, pero ellos son los buenos, son la civilización que ha de acabar con los bárbaros. Muy destacable la escena del melting pot romano, en la que los legionarios cuentan que nacieron en Nubia, Hindu Kush (actual Afganistán), Grecia o Asia Menor, pero eso no es lo importante… lo importante es que son todos iguales, son todos legionarios romanos.
Por terminar de poner la película en contexto hay que decir que, efectivamente, es muy similar a Doomsday, pero sin el sentido del humor cafre de esta. Esto no impide disfrutar un montón del sanguinariamiento que se produce a lo largo de toda la película pero su seriedad acaba siendo un lastre. Y es que cambiar los referentes de una película de Mad Max y 1997: Rescate en Nueva York a Gladiator y El señor de los anillos es algo que le hace ganar visualmente pero yo, personalmente, lo considero un paso atrás.
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